El hisopo de mi vaca
Con trece años acompañé a mi tío a cubrir a Jacinta con el semental del vecino. De vuelta, Jacinta y yo teníamos todas las hormonas revolucionadas. Ella caminaba contoneándose y de vez en cuando demostraba su agradecimiento salpicando en mi cara los fluidos sobrantes con el hisopo de su cola.
Ya vemos cómo has acabado, Luis... Pero, y Jacinta? Qué ha sido de ella?
ResponderEliminarYa dicen que es de bien nacidos ser agradecido. Un animal muy útil unido a su dueño por una empatía especial. Vaya pareja, tal para cual. Relato rural, humorista y realista.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis
Hola, Patricia. ¿A Jacinta? Pues la hicimos madre.
ResponderEliminarBsss
Hola, Ángel. Tan realista, como que forma parte de mi biografía.
ResponderEliminarUn abrazo
... y suerte, Ángel
ResponderEliminar¡¡¡Muy bueno!!!
ResponderEliminarGracias, Sandra
ResponderEliminarBsss