Crisis
Más allá de la percepción sensorial, había empezado a sentir que el mundo estaba cambiando. Mis amigos ya no eran los mismos; y entrar en la discoteca ahora me causaba un extraño repelús. La certeza llegó cuando descubrí que me apetecía más comer cacahuetes contigo que los macarrones de mamá.
Una forma muy clara del paso de la vida y cómo el amor va desplazando otros placeres de la vida que van quedando caducos.(O al menos es lo que yo interpreto, que a veces meto la gamba)
ResponderEliminarSaludos, Notincgas.
Pero si lo has hecho muy bien, mi apreciado, Pablo. Te nombro intérprete oficial del mes de agosto y te envío además un caluroso abrazo estival.
EliminarSaludos cordiales.
Oh!!! Qué bonito es el amor <3.
ResponderEliminarLo único que me da penita por la mamá, que se queda con los macarrones en la mesa y sin su peque.
Un beso Notinc. Y un me gusta bien grande.
Malu.
Ah, sí. Esa madre que ve que su niño se le hace mayor. Aunque me da a mi que cuando pase el primer fogonazo del amor y la cosa se estabilice, nuestro protagonista volverá a comer macarrones, pero en lugar de en casa, en un tupper.
EliminarOtro beso muy grande para ti, Malu.
Seguro que tanto sus amigos como su madre habrían estado de acuerdo en que el único que había cambiado era él. Los efectos inconfundibles del amor. Enhorabuena, Notinc. Es muy difícil decir las cosas sin mentarlas.Un abrazo.
ResponderEliminarEnrique.
Completamente de acuerdo, Enrique. Ya sabes lo que dicen: el amor es ciego.
EliminarMuchas gracias por tus amables palabras, y otro abrazo para ti.
Yo lo entiendo como el desembarco de la madurez, percatarse de que la vida está repleta de opciones, que nada perdura y todo llega.
ResponderEliminarEn el caso de tu protagonista, creo que ha entendido el valor de la compañía frente a la saciedad de unos macarrones.
Muy bien plasmado algo tan intenso en ese manojo de fragmentos cotidianos.
Un cordial saludo, Notincgas.
Hay también, como apuntas, Antonio, ese tránsito a la madurez, simbolizado en esa (quizás) primera pareja. La vida fluye como un río y tras cada meandro vas encontrando nuevos paisajes y gentes.
EliminarSaludos cordiales y muchas gracias por tus palabras.
Las cosas cambian, así ha de ser, aunque por el camino nos queden restos nostálgicos, como esos macarrones maternos, pero bienvenidos sean también, no hay que renegar de ellos, todo forma parte de nosotros. Crisis es, como bien reza en el título, pero también necesaria e inevitable evolución.
ResponderEliminarUn abrazo y que pases buen verano
Etimológicamente, crisis significa separación o ruptura, pero también cambio y todo ello, más allá de la nostalgia a la que haces referencia, no tiene porqué ser negativo. Al contrario.
EliminarÁngel, un abrazo grande para ti y también te deseo que pases unas buenas vacaciones, en buena compañía y que las musas te proporcionen buenas historias para hacernos más llevaderos el otoño y el invierno.
A veces duele crecer.
ResponderEliminarY vivir también duele a veces, pero también hay risas y placer y lugares tan fenomenales como cincuentapalabras.
EliminarSaludos cordiales, Ricardo.
Una crisis por la que pasamos todos y tú has sabido contarlo con una gran sencillez y genialidad. Esos cacahuetes que saben a beso.
ResponderEliminarA los macarrones de la mami al final todos volvemos. :)
Estupendo 50. Abrazos y besos.
Qué ricos saben esos cacahuetes aderezados con los besos del primer amor. Yo, que me he olvidado ya de muchas cosas, todavía recuerdo el primer beso.
ResponderEliminarY hablando de besos, otro para ti, Mª Belén. Y a esperar a tu próximo relato.
Cuántas crisis atravesamos a medida que crecemos. Gracias a tu hermoso relato me acordé de esta hermosa canción: Todo cambia. https://www.youtube.com/watch?v=g8VqIFSrFUU
ResponderEliminarUn beso, Notincgas.
Cambia, todo cambia. Muchas gracias por descubrirme esta bonita canción, Sandra.
EliminarOtro beso para ti y para todos aquellos que estén lejos de casa.
¡Qué bonita canción!
Creo que cuando prefieres los cacahuetes a los macarrones de tu madre es que estás a punto de romper definitivamente el cordón umbilical. Me ha gustado mucho cómo has contado el tránsito a una nueva etapa de la vida. Un abrazo.
ResponderEliminarEsa era la idea, Salvador, sí. Muchas gracias por comentar y otro abrazo para ti.
EliminarAcabo de asomarme a la ventana para comprobar que no estás ahí, mirándome mirar con resignada nostalgia los platos de macarrones que languidecen sobre la mesa a la espera de que mis hijos dejen de comer cacahuetes. ¡Y eso que dicen que hago los mejores macarrones del mundo!
ResponderEliminarPero parece que tú tampoco estás. Pues vaya, los voy a tener que tirar ;)
Esa crisis que "has bordado sin hilo" (o como ha comentado Enrique, "decir sin mentar") también nos afecta a los que estamos alrededor. Por fortuna, es un buen momento para retomar las clases de baile y aprender nuevas recetas.
Me ha encantado ese "contigo" de la última frase: acercas así tanto al protagonista que dan ganas de abrazarlo.
No sabes cuánto me alegra que a tus historias no les haya llegado la crisis.
Un abrazo, Notincgas
Hay tanto por hacer, tantos caminos por recorrer, tantas recetas nuevas por aprender, que no hay tiempo que perder en lamentaciones. Si un caso, puedes guardarte un poquito de nostalgia por los tiempos pasados para alguna tarde lluviosa de domingo.
EliminarY en cuanto a los macarrones, ni se te ocurra tirarlos, que quiero comprobar si es cierto eso que dices.
Un beso, Margarita.
Me voy a poner algo pedante (¿quién no lo ha hecho alguna vez?), pero esta mañana leía una frase de Joseph Conrad que decía: "Creí que era una aventura y en realidad era la vida".
ResponderEliminarPues eso, amigo Notincgas, que el tránsito de los macarrones a los cacahuetes no es una aventura, ¡es la vida tal cual!
Buen micro y mejor contado. Va mi "Me gusta" (también me gustan los macarrones y los cacahuetes) y con él un fuerte abrazo y mi enhorabuena.
Pues a mi no me parece pedantería compartir esa cita de Conrad, sino más bien generosidad.
EliminarVayamos, pues, adelante en esta aventura de vivir y dejémonos sorprender.
Abrazo fuerte, José Antonio.
Qué micro tan bueno. Ahora en vez de decir "contigo pan y cebolla", diremos " paso de los macarrones de mamá". Y eso es decir mucho. Un abrazo y enhorabuena.
ResponderEliminarAh, sí. El "contigo pan y cebolla" podría ser también un grandísimo micro. Si lo hubiera encuñado Monterroso, seguro que estaría en alguna antología.
EliminarGracias por comentar, Belén.
Saludos cordiales.
Real como la vida misma.
ResponderEliminarBuen relato con su toque cáustico que te caracteriza.
Un abrazo Carles. ¿O Noting?
Carles, Notinc,...el nombre no hace la cosa,... ¿o sí?
EliminarElige tú, estimado Isidro. Tus comentarios y tus abrazos siempre son bienvenidos.
Saludos cordiales
Muy bien dibujada esa crisis a la que, tarde o temprano, todos tenemos que enfrentarnos; las cosas, simplemente, dejan de ser lo que siempre habían sido. Me ha gustado cómo lo has resuelto, Notincgas. Un beso.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, Matrioska, y con el adverbio de modo que has elegido. Las cosas, simplemente, dejan de ser lo que habían sido.
EliminarCelebro que te haya gustado.
Otro beso para ti.