Mi mamita
—Péiname otra vez, mi mamita —me pedía caprichosa. Despacito trenzaba sus ralos cabellos.
—Píntame los labios—. ¡Como siempre, tan coqueta! A veces, deliraba.
Sentada en la cama, Rosaura gemía.
—Mamá, que venga mamá—. Se agarraba a la sábana, desolada.
Me parecía mentira, cien años cumpliría mañana, y todavía la necesitaba.
—Píntame los labios—. ¡Como siempre, tan coqueta! A veces, deliraba.
Sentada en la cama, Rosaura gemía.
—Mamá, que venga mamá—. Se agarraba a la sábana, desolada.
Me parecía mentira, cien años cumpliría mañana, y todavía la necesitaba.
Las cadenas madre-hija-madre son una hermosa muestra de nuestros orígenes. Nada más falso que aquellos que aseguran no deberle nada a nadie. Aunque se tengan cien años, el bálsamo del abrazo materno sigue siendo necesario.
ResponderEliminarConmovedor.
Saludos, Carmen.
Gracias amigo Vicente. Nunca olvidaré a mi madre, cuando siempre tenia presente a la suya en todos sus actos. Es de buenos hijos no olvidar de dónde venimos y lo que hicieron ellas por nosotros. Un abrazo.
ResponderEliminarEs precioso devolverle a una madre todo el cariño que nos da durante su vida, el ser capaces de cuidarla como ella nos cuido. Y cuando la enfermedad, como es mi caso, la traslada a la infancia y tú te conviertes en su madre o su padre, es cuando más tienes que darle amor.
ResponderEliminarCarmen siento haberme extendido, pero tu relato me ha llegado a mi fibra sensible.
Buen relato Carmen, me ha gustado.
Besos.
Hermoso, sensible y bien escrito lo que nos cuentas. Me gusta mucho. Suerte y saludos.
ResponderEliminarCarmen, esta semana es la del Alzheimer, tu micro ha sido muy oportuno.
ResponderEliminarMe ha llegado al corazón Rosaura, llamando a su madre al sentirse de nuevo una niña.
Has reflejado perfectamente esa situación que viven los que la padecen. Sé muy bien de lo que hablas. Es tierno y duro a la vez.
Enhorabuena, muy buen micro!
Besos
Me ha parecido muy acertado el tema. Lo haces tan sencillo de entender que me llama la atención. Siempre tocas temas que llegan al corazón. A mi personalmente este me toca. Mi padre lo padece. Por ellos.para que se les recuerde. Siempre. Ya que ellos lo han olvidado. Abrazos Carmen
ResponderEliminarUnas palabras que, engarzadas, destilan tristeza y ternura, escritas con tinta de sentimientos, capaces de llegar a muchas personas, a no ser que se sea de piedra.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen
Ay, mamita, si no fuera porque ya eres mayor, diría que eres mi hijita...qué tierno, qué triste, qué real. Nos tocas el corazón Carmen, cómo eres, cómo escribes.
ResponderEliminarUn relato sencillo y bien contado que va directo al corazón. Muchos hemos tenido ocasión de cuidar a nuestras madres como si fueran nuestras hijas.
ResponderEliminarMuy tierno, Carmen. Un beso.
Me he emocionado al leer tu micro, Carmen. Mi madre, en sus últimos años de vida, había vuelto a sentirse una niña, se había borrado la mujer adulta que yo conocía. Has tratado el tema con sensibilidad y ternura. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Gracias a todos por vuestros comentarios. Es una enfermedad tan terrible que la temo. Olvidar todo lo que fuimos, lo que somos, es lo último que un ser humano debería soportar. Sobre todo ver el sufrimiento en sus ojos, por no poder comprender, qué es lo que les está pasando. Quién es ese extraño o extraña que le besa, que le mima. Abrazos a todas y a todos.
ResponderEliminarA veces lo olvidamos, pero ese niño que transportamos dentro nunca nos olvida a nosotros. Ahí está; vulnerable, sencillo, con la perpetua necesidad de sentirse arropado. Y al final suele emerger, cuando las barreras de lo preconcebido y el forjado del protocolo, caen. A plomo.
ResponderEliminarUn gran homenaje a la rueda de la vida que subyace en el vientre de toda mujer.
Un abrazo, Carmen.
Pobrecita u.u , es una enfermedad verdaderamente terrible, un emotivo minirelato que cuenta mucho en pocas palabras
ResponderEliminarBrillate y emotivo microrrelato, capaz de condensar muy bien lo vulnerables que somos tanto al principio de nuestra andadura en el mundo como cuando se acerca el final y lo importante que es tener a alguien que te quiere a tu lado. Tansmite mucho con muy poco. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarTan humano como bello y delicado este relato, Carmen. En el fondo seguimos siendo siempre niños; basta con que la vida un día nos despoje de las corazas que ella misma nos ha ido colocando para volver a mostrarnos como tales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuánta ternura hay en este micro. Me ha encantado, Carmen. Un beso.
ResponderEliminarMe enternece tu micro, es sentimiento puro, Carmen. Al igual que Pilar, sé muy bien de lo que estás hablando, hasta el punto que me ha emocionado.
ResponderEliminarUn beso grande.
Malu.
Muy tierno y meláncolico, a la vez que triste.
ResponderEliminarY solo en cincuenta palabras.
Me gustó mucho.
Un beso, Carmen.
Pablo