Miedo de ti
Con miedo y dolorida le miró a la cara. En un intento suplicante le pedía que parase. Pero sus ojos inyectados en sangre y ciegos, ahora desconocidos para ella, ya no sentían su dolor. Un fardo contra el que descargar su ira. Un último golpe y todo se volvió negro.
Galilea, desgarrador relato sobre el maltrato, ojalá pronto ya no tengamos que escribir sobre este odioso tema, pero mientras perdure la lacra de estos animales habrá que denunciar para que acabe. Nunca una mujer debe tener miedo, como tu título indica. En este relato muestras con palabras esta odiosa violencia como tu frase "ojos inyectados en sangre y ciegos", o cuando dices la palabra "fardo". y tu frase final es eso, el fin que por desgracia tienen muchas de estás mujeres.
ResponderEliminarGalilea muy buen relato.
Un abrazo.
Gracias, Javier... me gusta que te guste. Es mi primer micro aquí, y es tan bueno todo lo que os he ido leyendo, que ya me daba "cosa" jeje
EliminarGalilea, bienvenida a 50palabras, como te leo en twitter no me di cuenta que era tu estreno aquí.
EliminarGracias... yo también te leo por varios sitios.
EliminarDesgarrador micro, contado de la mejor manera la violencia que muchas muberes viven. Javier tiene razón al llamarlos lacras, que rabia se siente cada vez que una de nosotros vive ésto. ¡Dios nos cuide y nos libre! Gracias por tu relato. Muchos besos Galilea
ResponderEliminarMujeres* quise decir y nosotras también quise decir. Éstos teclados cada vez mas pequeños
EliminarSí, Nala... una vergonzante y tristísima realidad.
EliminarGracias por comentar y muchos besos también para ti.
Creo que la palabra fardo resume en sí misma la indignidad que subyace en todo maltrato y, particularmente, en la violencia machista sobre la mujer. Cosificar a la persona para hacer de ella una pertenencia, como un objeto cualquiera sobre el que se puede golpear impunemente.
ResponderEliminarDesgarrador. Saludos, Galilea.
Gracias por comentar, Manuel.
EliminarUn relato todavía necesario, hasta que ninguna mujer haya de sentir miedo por serlo, hasta que ningún hombre vea a su pareja como un fardo, un objeto deshumanizado.
ResponderEliminar"Desgarrador" es el adjetivo más apropiado para calificar esta historia. Y así lo estamos haciendo los que la comentamos.
Muy buen micro, Galilea. Un abrazo.
Cierto, Carmen.
EliminarGracias por comentar.
Abrazos.
Iba hacer una clase de comentario con muchos tacos. Así que me ceñire a lo literario. He sentido ese miedo, pero también el amor que le haya podido tener el uno al otro, al igual que la confusión y la enajenación del momento. Y me ha convencido.
ResponderEliminarUn abrazo Galilea.
Hubo amor, al menos por parte de ella.. pero ya no le reconoce. Ya no son sus ojos...son los de una fiera.
EliminarEs tan horrible que esto siga pasando... No es de humanos.
Un abrazo, Raquel.
Desgarrador cincuenta el que nos regalas, Galilea. Me ha dejado sin palabras, porque la historia que describes refleja una ira impropia de un ser humano. Y termina como terriblemente terminan tantas y tantas -demasiadas- historias parecidas de la vida real.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos cordiales.
El ser humamo deja tantas veces de ser "humano"... Es terrible.
EliminarGracias por comentar, José Antonio.
Saludos.
Un micro bastante duro, Galilea. Puedo entender que alguien el control una vez, pero no que pierda los nervios siempre.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por comentar, Plácido. Saludos.
EliminarGalilea, ¡qué duro y qué real tu 50! Como he leído por aquí, desgraciadamente aún es muy necesario este tipo de mensajes. El maltrato es un tema que está a la orden del día y queda un camino muy largo que recorrer para evolucionar. Muy dura la frase: "...ya no sentían su dolor..." cuando se pierde la empatía y se concibe el amor como posesión se siembran semillas malignas que hace que el amor, en lugar de dar libertad, te exclavice. Fantástico relato. Un abrazo. Enrique
ResponderEliminarMuchas gracias, Enrique.
EliminarAbrazos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarA veces, cuando leo, o conozco, a través de algún telediario alguno de estos casos espeluznantes, me viene a la cabeza la imagen del día de la boda de esas dos personas o, si no están casadas, el día que decidieron compartir sus vidas y, a partir de ahí, hago con la víctima todo el vía crucis que la lleva hasta esa crucifixión del maltrato –quizá esta metáfora me ha venido a la cabeza porque estamos en Semana Santa-, hasta la casi anulación y destrucción de una persona que pensó encontrar algo lo más parecido a la felicidad con ese bestia que la agrede, a veces, delante de sus hijos, con lo que el daño que hace es enorme.
ResponderEliminarDesde luego que tales individuos son de lo más repugnante que puede darse entre los varones, por su cobardía, por su brutalidad, por su falta de empatía, y no sé cuál es la solución con ellos, no sé si algunos son recuperables.
Lo que es cierto es que nada justifica su conducta, no pueden aducir que ellos también fueron víctimas, que las sociedad los trató mal, ese, en definitiva, es el argumento de los terroristas, que hacen rehenes de sus frustraciones y de su ira demoníaca a toda la humanidad.
En definitiva, un microcuento que deja mal cuerpo, pues ese último golpe hace presagiar lo peor, aun así, no podemos esconder la cabeza bajo el ala e ignorar el problema.
Un abrazo, Galilea.
Sí, en esa espiral...difíciles los finales felices.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Enrique. Abrazos.
Un relato muy duro, Galilea, y muy real.
ResponderEliminarEsos gritos silenciosos nos llegan al alma.
Parece que para ella ha sido el último golpe. ¡Tenemos que acabar con esta lacra!
Muy bueno. Muchos besos.
Muchas gracias por tu comentario, Olga. Abrazos.
EliminarSeguramente esta reacción violenta tan habitual en muchos hombres sea el resultado de su propia mezquindad personal, de su incapacidad para ver más allá y quién sabe si de sus propios miedos, entre otras cosas, pero sobre todo de esa falta de capacidad para reconocer el dolor ajeno, como tú muy bien reflejas, a base de mirar egoístamente solo el propio.
ResponderEliminarGran relato, Galilea, lleno de fuerza y compromiso. Bienvenida a Cincuenta.
Saludos.