Morir de éxito
Una enorme pila de papeles desbordaba la carpeta de ‘pendiente’, el correo electrónico llevaba horas colapsado y el teléfono comunicaba sin descanso. Entonces recordó el trato: un puesto en aquel reputado gabinete de asesores o el cheque en blanco de la sencillez. Le asustó haberse convertido en un mediocre más.
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