Rebajas
—Sí, subo.
Luis colgó. Se aflojó la corbata. Cerró el email de despedida de Julio, el cuarto esa semana. Él escribiría el quinto.
Cogió el ascensor, pero justo a tiempo entró el presidente.
—Antonio, dime... ¿Cómo eres tan hijo de la gran puta?
Antonio sonrió.
—Me dejan. Y casi gratis.
Luis colgó. Se aflojó la corbata. Cerró el email de despedida de Julio, el cuarto esa semana. Él escribiría el quinto.
Cogió el ascensor, pero justo a tiempo entró el presidente.
—Antonio, dime... ¿Cómo eres tan hijo de la gran puta?
Antonio sonrió.
—Me dejan. Y casi gratis.
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