Ajuste de cuentas
El contable decidió hacerse ateo, pero zanjándolo todo bien.
Sabía que lo que le rondaba por la cabeza no tenía mucho sentido perdida ya la fe... Aunque, en resumidas cuentas, aquello era como abandonar una cooperativa.
Arrodillado junto a la cama, entonó la cantinela: "...Dámelo, dámelo. Mío es; tuyo no".
Sabía que lo que le rondaba por la cabeza no tenía mucho sentido perdida ya la fe... Aunque, en resumidas cuentas, aquello era como abandonar una cooperativa.
Arrodillado junto a la cama, entonó la cantinela: "...Dámelo, dámelo. Mío es; tuyo no".
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