Aquel día se levantó
Con el pelo enmarañado, con el bostezo de siempre y sin zapatillas recorrió la casa hasta la cocina. Tomó el café, una ducha y se miró al espejo; sonrió. Ese día calzó tacones y vistió vaqueros ajustados. Ese día sus caderas "demasiado anchas" y sus pasos romperían el mundo. Sonrió.
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