El acuerdo
Nos dimos la mano. Fue un apretón firme, fuerte, efusivo. Con él accedía a un nuevo contrato, fijo, con mayores ingresos, y me despedía de la dependencia económica de mi familia, y de los créditos bancarios. El apretón duraba mucho. Parecía no querer soltarme. Y efectivamente nunca lo haría.
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