La voluntad del abuelo
Antxon contempló las 80 velas de su enorme tarta. "¡Pide un deseo!", decían. Cerró los ojos.
Toda su familia peinaba canas. ¡Estaban hasta sus nietos! Todos arrugados y achacosos. Entre abrazos, reían y contaban historias tremendas. Él era uno más. De pronto, se sintió joven.
No quedó una vela encendida.
Toda su familia peinaba canas. ¡Estaban hasta sus nietos! Todos arrugados y achacosos. Entre abrazos, reían y contaban historias tremendas. Él era uno más. De pronto, se sintió joven.
No quedó una vela encendida.
Valor has tenido de colocar tu relato después del de Rajoy (ups!), pero el tuyo no se queda atrás. Me encanta.
ResponderEliminarLola Pacheco
Pues sí, sabía que iba a quedar bastante eclipsado, pero tampoco iba a hacerle la faena a otro :P
Eliminar¡Muchas gracias!
¡Brillante!
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