Llegando a puerto
Los colores eran totalmente diferentes a su cenicienta calle del Pez. Carmela Sintió una pesada mano en su hombro y una cálida pero triste voz.
—Estamos cerca, hija, cámbiate los zapatos para no estropearlos.
La muchacha asintió descalzándose. Se incorporó y comprobó asombrada que volvía a Madrid, al siglo XXI.
—Estamos cerca, hija, cámbiate los zapatos para no estropearlos.
La muchacha asintió descalzándose. Se incorporó y comprobó asombrada que volvía a Madrid, al siglo XXI.
Qué me gusta tu Carmela. Enhorabuena, Freya.
ResponderEliminarLola Pacheco
Gracias Lola! Un honor.
ResponderEliminarMe encanta su aire melancólico!
ResponderEliminarla bruja