El enemigo en casa
Odiaba a los mosquitos. Sobre todo su zumbido amenazador. Cuando más, al despertar. Se cubrió la cabeza con la sábana, a modo de escafandra hermética, sin dejar el menor resquicio. Tranquila y aislada, volvió a dormirse plácidamente. Hasta que se dio cuenta de que el mosquito también compartía su escondite...
Me gusta mucho.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Freya!
ResponderEliminarPor cierto, ¿se te ocurre alguna interpretación?
ResponderEliminarUn relato lleno de humor. Bien Victor
¡Gracias, Saltimbanquin!
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