El intruso
—Un café d'Orzo con medio dedo de leche —replicó altivo mientras tendía el billete—. Quédese el cambio.
Se ajustó la americana distraído.
—Su café, señor.
Olió su capricho y hundió los labios con suavidad, como cada mes. Ni siquiera le gustaba el café. Pero adoraba el sabor prohibido del éxito.
Se ajustó la americana distraído.
—Su café, señor.
Olió su capricho y hundió los labios con suavidad, como cada mes. Ni siquiera le gustaba el café. Pero adoraba el sabor prohibido del éxito.
Por si a alguien se le escapa (que desde luego sería culpa mía), pensad por qué puede llevar ese título el relato.
ResponderEliminarAhora imaginad al protagonista cobrando 800€ al mes.
O sea jugaba a ser rico una vez al mes, aunque su realidad era muy precaria. Bueno, como se suele decir, de ilusión también se vive. Está bien para la reflexión. Saludos
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarTiene principio, nudo y desenlace. Muy bien la técnica.
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