Un día cualquiera
Se cantó a sí mismo el cumpleaños feliz, tratando de no desafinar demasiado. Luego expulsó el humo de una vieja calada de cigarrillo, dio un sorbo directo a la botella de cerveza y sopló la vela que se sostenía sobre una rancia magdalena dura por el paso de los días.
Tristes cumpleaños los de los indigentes solitarios cuyos día a día son aún menos alegres.
ResponderEliminarBuen relato, Emilio, sobre todo por la temática.
Gracias Víctor. :)
EliminarMe gustaría que estuviese entre los 8 mejores del mes.
ResponderEliminarGracias por leerte mis escritos.
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