Basta una llamada
Sonó el teléfono temprano y lo cogió mi madre. Le oí decir "¿sí?". Y luego un largo silencio. La miré extrañado y vi que su rostro estaba demudado. Se sentó despacio y preguntó "¿dónde?". Entonces supe que nuestra vida había cambiado y que ya nada volvería a ser como antes.
Las malas noticias siempre vienen por teléfono. Impactante relato, como la vida misma. Muy conseguido, Gemma. Va mi voto.
ResponderEliminarMuchas gracias, Víctor.
EliminarMuy bueno, Gemma. Eskerrik asko!
Eliminar¡Gracias a ti, Gabriel!
Eliminar