No hay enemigo pequeño
El encuentro se dio mientras leía el periódico. Lo enrolló y esperó que la mosca posara sobre superficie sólida. La elección: un foco, que destrozó de un certero golpe. Cortes en pies descalzos lo llevaron al suelo y vio escapar a su enemiga por una ventana que siempre permanecía cerrada.
Si las moscas se riesen de nosotros cada vez que fallamos el golpe al intentar deshacernos de una de ellas...sonarían carcajadas muy a menudo. Me ha gustado y trataré de ver dónde intento cazar la próxima mosca. Saludos
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