Todo un profesional
Dos veces al día fingía morirse. Solía hacerlo con acentuado dramatismo, consiguiendo con gestos aparatosos y muecas de dolor que me comiera, sin rechistar, almuerzos y cenas.
Mientras desayuno, papá, inhabitualmente inmóvil, tiene sus ojos completamente vueltos. Recuerdo haberle visto antes ese mismo rictus extraño en alguno de sus trabajos.
Mientras desayuno, papá, inhabitualmente inmóvil, tiene sus ojos completamente vueltos. Recuerdo haberle visto antes ese mismo rictus extraño en alguno de sus trabajos.
A mi se me aparecía mi abuela con una sábana por encima y entonces yo me comía todo muerta de miedo, pero creo que lo del relato es peor.
ResponderEliminarPues no sabría yo qué decirte... Que una sábana, acompañada de un buen ulular, impone irremediablemente. ¡Hasta rebañar el plato y dejarlo como una patena!
ResponderEliminarYo no recuerdo que debieran asustarme para comer... Me ha gustado tu relato, José Antonio, algo fúnebre pero simpático. A lo fúnebre nos estamos aficionando: este mes, en tan solo 10 días, ya llevamos 2 muertos por causas naturales, una asesinada, un muerto por accidente y un seboso al que le queda poco...
ResponderEliminar¿Tendrá lo fúnebre algo que ver con el mes de agosto? Podría ser tema de análisis. Me alegra Víctor que te haya gustado.
EliminarAl parecer, durante el mes de agosto es cuando se producen más divorcios. De ahí a lo fúnebre habría que forzar bastante, pero vete a saber...
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