La pluma
Estaba tan orgulloso como cabía. Aquella pluma danzaba sobre el papel como si tuviera vida propia. Apenas la sujetaba, su maravilloso rasgar procedía ininterrumpido hoja tras hoja en una sinfonía catártica para mis oídos. Sin duda, iba a llegar lejos, muy lejos.
Me giré hacia mi pantalla. Qué puta envidia.
Me giré hacia mi pantalla. Qué puta envidia.
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