Anónimo
Nació sin nombre y sus padres decidieron no darle uno. Cuando se dirigían a él, sólo decían: "¡hey, tú!"; otros batían palmas o silbaban, y los miserables se limitaban a chasquear los dedos. Al llegar a la edad adulta, el que no tenía nombre —lleno de rencor— decidió llamarse: 666.
Buen micro, primero suscita piedad y al final inquieta. No deja indiferente.
ResponderEliminarLa verdad que tiene que ser una faena no tener nombre y que cada uno se dirija a ti de cualquier manera. Así se volvió el pobre de raro y eligió para llamarse el número de la bestia...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, es un relato inquietante. Saludos
En mi caso, no me dejaron aquí en España llamarme como me pusieron donde nací. Hay miles de niñas que se llaman como yo porque es un nombre normal pero a mí no me dejaron y tuve que optar por una otro nombre con el que no me identifico nada. La gente que no me conoce se dirige a mí por el que no me gusta. Muchas veces me acuerdo de aquella juez que no me permitió tener mi identidad: el nombre con el que todo el mundo me llamaba hasta los 14 años.
ResponderEliminarY como te llamas excelente relato no me imaginaba el final
ResponderEliminarOlvidé esta página. Respondo tres años más tarde... pero respondo. Me llamo Sandra. Alexandra la versión catalana con el que preferí llamarme aunque soy andaluza. La otra opción era Alejandra.
EliminarPerfecto, Sergio. Me has recordado un caso espeluznante que salió a la luz en mi ciudad hace unos años. Una asistente social descubrió en un barrio marginal a un niño de 5 años que no tenía nombre porque nadie se lo había puesto. Le hacían tan poco caso que incluso no era consciente de su identidad sexual, no sabía si era niño o niña.
ResponderEliminarHay muchos ¡Hey, tú! en el mundo, aún sabiendo como se llaman... nos hemos vuelto muy indiferentes
ResponderEliminarNo creo que haya en el mundo alguien sin nombre. Tan es así, que en habiéndolos con nombres compuestos, aún le han de llamar por otro inventado o apodado.
ResponderEliminarConocí a un tipo que se llamaba todo esto:
Don Phelippe, por la Gratia de Dios, Rey de Castilla, de Leon, de Aragon, de las dos Sicilias, de Hierusalem, de Portugal, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valentia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdena, de Cordoua, de Corcega, de Murcia, de Jaen, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Occidentales, Islas y Tierra firme del Mar Oceano,
Archiduque de Austria,
Duque de Borgoña, de Brauante y de Milan,
Conde de Habspurg,de Flandes, de Tirol y de Barcelona,
Senor de Bizcaya y de Molina,
No contento con todos los nominativos arriba indicados, osaron con llamarlo "El Piadoso"