La antesala del destino huele a mar
Cónsul, canciller y jefe de visados me rodeaban. Al oír al cónsul, se repetía en mi mente un pensamiento: ¿a cuánta gente del país habría humillado por un visado? ¡Cuánto estarían disfrutando ahora separando a dos ridículos enamorados! Estaba decidido: cruzaríamos juntos.
El estrecho nos ahogaba. El estrecho... nos ahogó.
El estrecho nos ahogaba. El estrecho... nos ahogó.
Los papeles, ¡ay, los papeles!, que permiten cruzar fronteras invisibles entre la angustia y la felicidad. Los papeles nos convierten en simples números. Mas allá de los papeles, están las personas y sus historias. ¿Seguirás contándonos la tuya?
ResponderEliminarUn beso y mi "me gusta".
Lola Pacheco
Ojala se pudiera ser ciudadano del mundo,todos desde siempre y para siempre.
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