Suspiros de escoba
Le gustaba pasar volando por delante de la ventana del poeta. Él la saludaba y suspiraba y la hacía sentirse la bruja más hermosa.
Una noche no lo encontró y, pensando que ya no le gustaba, aterrizó llorando sobre su azotea. Allí él la esperaba con una botella de champán.
Una noche no lo encontró y, pensando que ya no le gustaba, aterrizó llorando sobre su azotea. Allí él la esperaba con una botella de champán.
Dan ganas de conocer a esa bruja tan interesante, cuesta imaginarla con verrugas y nariz aguileña. Buen micro.
ResponderEliminarUna bruja muy romántica y sensible junto a un poeta muy "brujo", que supo adivinar que ella acudiría a la azotea. Muy imaginativo. Saludos
ResponderEliminarCuriosa historia Patricia, la bruja y el poeta. El juego de palabras del título también muy bueno. Mucha suerte.
ResponderEliminarRadon (@MicroRadon)
Qué mejor musa que la magia, en cualquiera de sus manifestaciones. No veo que haya necesariamente que imaginarse a una bruja fea, la literatura está plagada de brujas que podrían competir en belleza con cualquier princesa. Me gusta esta historia romántica con final feliz, aunque hubiese preferido que fuera ella la que daba el primer paso. Suerte y un abrazo.
ResponderEliminarEs precioso y está muy bien eso de cambiar el papel tradicional de la bruja, como mujer mala y sin sentimientos. Por otra parte, ¿quién no se enamoraría de un poeta? Lo que no pueda la poesía...
ResponderEliminarWow. Me ha encantado. Y por supuesto está genial eso de que la bruja deje de ser la mala de la película, pero el poeta me ha sorprendido aún más.
ResponderEliminar"Me gusta".
Lola Pacheco
Pasaba por aquí sobre la escoba y veo ahora vuestros comentarios.
ResponderEliminar¡Gracias!