¿Un deseo imposible?
Diez años podría llevar sin pisar la catedral, prácticamente desde su boda. Tanto tiempo había trascurrido que, titubeante, tuvo verdaderos problemas para dar con la devota capilla de San Martín. Depositó el donativo, encendió una vela y rezó, apretando sus ojos, mientras musitaba: "¡Ojalá esta noche te mueras! ¡Por cerdo!".
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