Conciencia perdida
Campaba a sus anchas por la casa. Repentinamente aparecía en el salón, detrás del televisor. A veces en el baño, junto al lavabo o el bidé. En la cocina, era infrecuente verla. Sí en el dormitorio, de noche, dándose importancia. Descubríamos entonces que, sin ella, éramos solo dos incógnitas extraviadas.
Interesante relato, José Antonio. Un personaje femenino, quizá un espectro, que campa a sus anchas, aparece y desaparece en un hogar, en el que acaba por hacerse imprescindible, pese a ser inquietante.
ResponderEliminarGracias por tu amable comentario, Ángel. Sí, a veces necesitamos incluso de "extraños" (en este caso, extraña) para que no nos sintamos perdidos durante nuestras relaciones personales. Un saludo.
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