Antidisturbios
El gentío se agolpaba y el veterano policía no dudó en arremeter furioso junto a sus compañeros. En un frenesí de adrenalina, propinó uno o dos golpes a todo el que se resistió, hasta que se dispersaron. Sólo entonces distinguió horrorizado a su hija menor. Huía con la cabeza ensangrentada.
Furia que enceguece. Buen relato.
ResponderEliminarImpresiona porque podría ser real.
ResponderEliminarA veces no calculamos las consecuencias de nuestros actos y sucede lo inesperado.Buen relato, Álex.
ResponderEliminar¡Muchas gracias a los tres! He querido dejar a la imaginación del lector si ha sido el propio padre quien ha pegado a su hija, porque ni él mismo está seguro.
ResponderEliminarHace algunos años, en un contexto que no viene al caso, le escuché decir a un teniente de la Guardia Civil lo siguiente: "Cuando un antidisturbios se mete en faena, no conoce ni a su padre". Me pareció una respuesta muy triste.
ResponderEliminarEn este caso que nos planteas, Álex (y muy bien por cierto), sucede al contrario (si es que fue el padre...), pero no deja de ser igualmente triste.
¡Enhorabuena, compañero!
¡Gracias! En realidad, el antidisturbios este tampoco distingue más que una masa de gente a la que dispersar hasta que la cosa se calma y reconoce a su hija, que bien podía haberse rezagado por el golpe. Tal y como lo imaginé, la hija estaría ya bastante sola, no entre la gente, de ahí que se fije ;-)
Eliminar¡Muy bueno!
ResponderEliminarCuando se unen los dos lados de una realidad a veces se producen choques dramáticos. ¿Qué conversación tendrán luego en casa padre e hija? Un relato tan duro e intenso como posible, daría para un buen guión.
ResponderEliminarMuy bueno, Álex, y posible, como ya han dicho.
ResponderEliminarHace algún tiempo vi una foto impresionante: un chico besa a una chica tumbada sobre el asfalto. Al fondo, la policía. En primer plano, un antidisturbios blandiendo su porra. Yo, que suelo imaginar historias a partir de imágenes, pensé que esa podría dar pie a un buen relato. El tuyo no se queda atrás.
Un saludo. Y felices fiestas a ti y a todos.
Lola Pacheco
¡Muchas gracias a los tres! Y feliz Navidad a ti también, Lola :D
EliminarSi yo fuera policía me tendría que plantear eso de la obediencia ciega, el sentido del deber, la orden indiscutible... hasta los antidisturbios, son personas normales y corrientes, como nosotros, como todos, con su vida normal, con su familia.
ResponderEliminarEstoy seguro que bajo el uniforme y la porra hay personas cansadas y amargadas por tener que defender a políticos y corruptos y castigar a los que piden justicia.
La ceguera de la ira comete errores difíciles de reparar. Tú lo has reflejado de manera fantástica en tu relato. Un golpear sin medir, sin mirar, sin controlar. Una consecuencia nefasta, no importa si fue su padre u otro el daño está hecho.
ResponderEliminarMe encanta Alex. Un beso grande
¡Qué sorpresa, después de tanto tiempo! Muchas gracias por el comentario, Belén. Un beso.
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