En el olmo
Un hombre entra jadeando a la habitación.
—¡Hijo! —exclama —¡Ayúdame, por favor! Me marea seguirme meciendo suavemente en lo alto del olmo. ¡Ven por mí! ¿No me oyes? ¿Por qué lloras?
Confundido, baja la cabeza y cierra los ojos. Una brisa fría comienza a mecerlo una vez más con suavidad.
—¡Hijo! —exclama —¡Ayúdame, por favor! Me marea seguirme meciendo suavemente en lo alto del olmo. ¡Ven por mí! ¿No me oyes? ¿Por qué lloras?
Confundido, baja la cabeza y cierra los ojos. Una brisa fría comienza a mecerlo una vez más con suavidad.
Triste. Muy triste.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, Santiago. Sí, me parece triste también porque así imagino lo que nos espera en el Más Allá.
EliminarEliseo, siempre un placer leerte. Un gran micro. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias, mi estimada Freya. Me animan tus palabras.
EliminarBuen microrrelato. Te deja... así, como alicaído.
ResponderEliminarMuchas gracias, José Antonio. Me agrada saber que el micro cumple con su cometido.
EliminarPara leer dos veces, conmovedor, pero bello relato.
ResponderEliminarMuchas gracias, por tus palabras, Daniel. Me anima a mantener la calidad en mis textos.
EliminarTriste y hermoso. Buen relato, Eliseo.
ResponderEliminarMuchas gracias, mi estimado Ángel. Procuro estar a la altura de creadores como tú, como Freya, como Radón y tantos y tantos talentosos escritores.
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