La extraña deserción del gnomo de la suerte
Año tras año era lo mismo. Pero decidió que aquel fuera diferente. Entre estrellas y campanitas —doradas unas, plateadas otras—, estaba colgado de su gorro rojo y puntiagudo a una rama del decorado abeto artificial cuando, aquella madrugada, se deslizó por una guirnalda azul para desaparecer en vísperas de Navidad.
Los cuidas con todo tu cariño cuando más falta hacen te abandonan. Se queda uno pensando dónde acabará el enanito. Simpático y acorde con las fechas que se acercan.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Ángel. Yo también me pregunto por dónde andará el enanito. Y además con su cabecita descubierta, que su gorro rojo y puntiagudo se quedó en aquella rama del abeto artificial.
EliminarUn saludo.