Despedida frente al Kursaal
Arrecia la lluvia y silba el viento, levantando majestuosas olas que rompen violentamente contra el malecón. Asciende la espuma y cala en mí. Afloran entonces las primeras lágrimas, las más tiernas y sinceras, al saber que ese salitre que ahora huelo, allá donde me llevan, mañana no lo tendré más.
Qué bonito, Iñaki. Realmente conmovedor.
ResponderEliminarMuchas gracias, Patricia. Espero poder seguir colaborando en breve con nuevas creaciones, aunque no puedo prometer que tengan tan buena acogida. Muchos saludos y hasta pronto.
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