Después de los cuartos
Con alguna uva todavía en la boca y brindando junto a toda la familia, ya pensaba en sus buenos deseos para el año nuevo: quería salud para ella y sus seres más queridos, y esperaba que el veneno que había puesto en las otras uvas empezara a hacer su efecto.
Marca, ¿qué quieres que te digamos? Genial, como siempre
ResponderEliminar¡Viva el "marcamarillismo"!
El protagonista tenía claro cuáles eran sus metas al empezar el año. Seguro que, quince días después de las campanadas, ya las ha visto cumplidas.
ResponderEliminarRedacción perfecta, final inesperado, humor negro y de todos los colores, las características del marcamarillismo, del que hemos tenido la suerte de ser testigos contemporáneos. Los estudiosos se preguntan si el proclamado color amarillo puede provenir de un escape indiscreto en el pantalón, o quizá de que su autor sea asiático, dudas que forman parte del halo misterioso que lo envuelve. Mis saludos y admiración.
Un tipo lanzado. ¿Para qué pedir deseos pudiendo hacerlos realidad uno mismo? Ojalá todos mis propósitos para el 2014 pudieran realizarse de una manera tan fácil, empezando por perder peso.
ResponderEliminarVa mi "me gusta" y ¡viva el marcamarillismo manque pierda!
Lola Pacheco
El marcarillismo será estudiado por nuestros hijos, aunque no tengo muy claro en qué asignatura.
ResponderEliminarEl relato, todo sea dicho, tiene muy "mala uva".
Un abrazo desde la cara oculta de la luna
Radon
"¡Muy bueno!"
ResponderEliminarJoer!! me abrumáis, eh!!! Y me sonrojáis... Estos comentarios son la muestra de que el marcamarillismo no lo hago yo, si no vuzotroh ustedeh!! ;)) Yo encantado de escribir y de que me leáis!!!
ResponderEliminarUN SALUDO!!
Este relato es tener claro cuales son los objetivos del nuevo año. Enhorabuena, estupendo relato.
ResponderEliminarGracias por el comentario, kantellado!! Un saludo!! ;)
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