Gritando
Por fin se ha desahogado, le ha dicho todo lo que pensaba, aquello que tanto tiempo llevaba retenido. Ha llorado, le ha increpado; nunca tuvieron buena comunicación y ella siempre se había sentido sometida. Mientras tanto el resto de visitantes miraban de soslayo cómo aquella mujer hablaba con la lápida.
Al final dijo lo que tenía que decir, más vale tarde que nunca. Quién sabe si el destinatario habrá podido escucharlo allá donde esté, otra cosa es que pueda responder. La lectura, en todo caso, es que no debemos nunca dejar nada sin decir, porque al final todo sale, como un volcán en erupción. Buen relato. Un saludo.
ResponderEliminarEn una relación, en un trabajo, en la vida misma cuantas cosas callamos que nos van socavando hasta explotar.
EliminarGracias por tu comentario, me alegro mucho que te haya gustado.
Tengo la misma lectura que Angel, no debemos callar si nos socava aunque también siento que el silencio está infravalorado, en ocasiones callar y aceptar no es pasivo sino riqueza y empatía. Ponerse en el lugar del otro asertivamente elimina muchos gritos interiores.
ResponderEliminarMe llama la atención las reflexiones a que os lleva el relato. Y también estoy de acuerdo contigo, hablar por hablar sin reflexión, sin ponernos en la piel y las circunstancias del otro, es hablar antes de tiempo. Pero callar siempre no es bueno, nos reconcome, nos amarga, eterniza y encalla los problemas. Ya se sabe que sin las proporciones exactas el pastel no sale, pero muchas veces cocinamos sin receta.
EliminarGracias por tu comentario. Saludos.