La realidad pega de frente
"Yo no le tengo miedo ni a la muerte ni a la vejez", sentenciaba ofuscada doña Emilia cada vez que podía.
Sesenta años más tarde, encajada en esa silla de ruedas por culpa de la osteoporosis, se mira al espejo, entrecierra sus ojos, y piensa...
¿Qué piensa? No lo sé.
Sesenta años más tarde, encajada en esa silla de ruedas por culpa de la osteoporosis, se mira al espejo, entrecierra sus ojos, y piensa...
¿Qué piensa? No lo sé.
Creo saber lo que piensa. No. Mentira. Es lo que yo pensaría de estar en su lugar. Una gran verdad encerrada en ese título.
ResponderEliminarFNR
Desde mi niñez (y ya hace mucho de eso), he escuchado decir esa frase muchas veces,todas personas cercanas a los cuarenta años de edad,y todas de mal carácter.Sesenta años después (y con osteoporosis) parecieran excesivos años.Probablente un joven no le tenga miedo a la muerte (vean la cantidad de muertes absurdas por motivos ridículos).Pero ver decaer las fuerzas de un ser querido ya anciano,incluso de una mascota senil,da una idea de la muerte y la vejez,y si es una vejez solitaria es aún peor.Pobre doña Emilia.Si aún se acuerda tendrá que rumiar sus palabras.Buen relato.
ResponderEliminarGracias.
EliminarMuy bueno, me ha gustado el relato. Y, en cuanto al asunto, si doña Emilia, triste o no, arrepentida o no, piensa... ya es importante. Sí, el título es verdad que no está puesto por casualidad, que le va pintiparado.
ResponderEliminarGracias Rockberto.
EliminarSí, como se suele decir, es muy fácil ver los toros desde la barrera, pero cuando nos toca torear vemos en verdad la dificultad de las cosas. No es bueno hablar en la distancia de lo que no se ha experimentado todavía. Buen relato para la reflexión, bien resumido, como decís, en el título. Saludos
ResponderEliminarGracias Juana.
EliminarGracias amigos lectores. Y de agregar sólo quiero decir, que en la vida uno va cambiando la perspectiva para ver las cosas y no está mal.
ResponderEliminarNos guste o no, todos estamos en el mismo cesto y todo llega, y si no, peor. Tu relato es una lección para valorar el presente y aceptar lo inevitable. Un saludo, Daniel
ResponderEliminarGracias Ángeles.
EliminarLa efimeridad de la vida.. muy buen relato Daniel. Un saludo.
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Eliminargracias.
Eliminargracias.