La sirena varada
Subió al pico más alto conocido y comenzó a
llorar día y noche anegando campos y ciudades. Tras inundar la tierra entera, una mañana cesó el llanto. A sus pies, la sirena agonizaba susurrando unas palabras. Se inclinó ante ella y ésta le dijo:
—Soló tenías que decirle... te quiero.
—Soló tenías que decirle... te quiero.
Lo que hacen algunos por llamar la atención, o en general todos, que nos empeñamos en alambicar hasta la cosa más simple y en matar moscas a cañonazos, con lo sencillo que suele ser todo de inicio. Buen relato, en tu línea de originalidad creativa. Sabes que soy un gran seguidor tuyo. Encantado de verte por aquí. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias, Ángel.
EliminarUn auténtico honor, tus palabras. El sentimiento es recíproco.
Espero ansioso tu próximo relato.
Un saludo.
Me ha gustado mucho, Jacky. Yo también suelo deprimirme por no atreverme a hacer cosas. Y sería tan fácil si no diéramos tantas vueltas a todo...
ResponderEliminar¡Suerte!
¡Ay, Patricia! ¡Qué razón tienes!
EliminarLa vida está hecha para los valientes, pero luego, en la práctica no es tan fácil...
Un besazo y muchísimas gracias por tu tiempo.
Muy bonito Jack, una imagen poderosa con mucha fuerza.
ResponderEliminarSuerte!
@MicroRadon
Gracias a ti, compañero!
EliminarUn abrazo!
Los hay que se deprimen y se encierran es si mismo intentando pasar desapercibidos, mientras que otros ante la contrariedad exageran todo y se muestran arrogantes, exagerados y teatreros tratando quizá de llamar la atención y mostrar su infortunio al resto del mundo.
ResponderEliminarEstá claro que la persona de tu relato es de los segundos, pero ni unos ni otros saben afrontar la situación como se debe.
No te falta razón, desde luego.
EliminarUn saludo.