La vida misma
Llegó la muerte progenitora: es de ley. Así pues, ambos percibieron entonces su mitad de la prístina heredad. Uno, lo pecuario, lo agro el otro. Vivían bien, cada cual con lo suyo. Con holgura, vivían. Mas, cuando los dos quisieron todo, todo acabó.
Es lo que siempre sucede, lo natural.
Es lo que siempre sucede, lo natural.
Como la vida misma... Un abrazo. Luis
ResponderEliminarSí, es lo normal y, sin embargo, aún nos extrañamos.
ResponderEliminarGracias, Luis.
Es de ley, es natural, siempre es porque ha de ser, pero nunca deja de desconcertarnos lo rápida que llega. Un abrazo.
ResponderEliminarFina
Sí, Fina. Gracias por tu comentario. Aunque yo aún añado que, siendo natural, como todos opinamos, la disensión nos extraña que aparezca.
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