Una Navidad más sin Navidad
—Este año seguro que sí.
—¿Tú crees?
—Claro. Ya han pasado cinco años.
—Por eso mismo. Ya ni se acordará de nosotros.
—¡Imposible! ¿Qué son cinco años en comparación con todos los que hemos compartido?
—Tal vez el problema sea precisamente ése: demasiados recuerdos encerrados con nosotros en estas cajas.
—¿Tú crees?
—Claro. Ya han pasado cinco años.
—Por eso mismo. Ya ni se acordará de nosotros.
—¡Imposible! ¿Qué son cinco años en comparación con todos los que hemos compartido?
—Tal vez el problema sea precisamente ése: demasiados recuerdos encerrados con nosotros en estas cajas.
Hasta hoy, y ahora, no he podido entrar a comentar tu relato, con las ganas que tenía: me ha encantado. Encuentro muy apropiado el juego entre un relato, digamos, puro y la carga enorme, o completa, de simbolismo. Es las dos cosas a la vez. O sea, un encanto, una hermosura de relato. Gracias, pues, por compartirlo.
ResponderEliminarGracias a ti, Roberto, por tus palabras de aliento.
EliminarFina
Al leer este relato he imaginado a un matrimonio anciano, que llevan juntos en el cementerio cinco años, que aún esperan que su hijo les llame por Navidad. Los recuerdos, como las arrugas, son los que nos conforman, pero no se puede vivir sólo de ellos, y menos en otra vida. Buen texto, FNR.
ResponderEliminarGracias, Ángel. Cada vez me sorprende más cómo tan pocas palabras pueden llegar a sugerir tanto. Tienes razón en que no se puede vivir sólo de recuerdos; no obstante, ¡qué tentador resulta a veces sumergirse en ellos y simplemente dejarse llevar!
EliminarFina
Veo que la esperanza perdura incluso después de la muerte. Esos padres que esperan año tras año la visita del hijo al cementerio, como si necesitasen del consuelo de esa visita para poder descansar definitivamente. Muy interesante este relato. Saludos
ResponderEliminarLa esperanza jamás se ha de perder. Gracias por tu comentario, Juana.
EliminarFina
Pues yo cuando lo leí pensé en unos juguetes abandonados en unas cajas en un desván o así. Tiene mucho más sentido que sean personas, claro, pero tiene gracia ;-)
ResponderEliminarBueno....pues, aunque carezca por completo de sentido, has de saber, Álex, que tu interpretación es la más cercana a lo que pretendía transmitir con ese microrrelato.
EliminarCuando escribí el texto estaba pensando en todos esos adornos navideños que desde que falleció mi padre no han vuelto a salir de sus correspondientes cajas.
Fina
Lo mejor del relato es que resulta sugerente, que tiene múltiples lecturas e interpretaciones.
ResponderEliminarLa Navidad sabe agridulce. Tu relato nos descubre la melancolia y la esperanza que todos albergamos en nuestro interior, en esa caja que no queremos abrir.
ResponderEliminarEnhorabuena.