La frontera
Y ahí estaba yo. Llena de miedo, temblando y deseosa por salir de aquel agujero. Habían pasado más de veinticuatro horas. Cruzar la frontera sería mi libertad.
—¡Aquí tienes tus papeles! —me dijo.
Pude sentir el sol, el aire, pude respirar profundamente. Vi la luz. Lo había conseguido. Y sonreí.
—¡Aquí tienes tus papeles! —me dijo.
Pude sentir el sol, el aire, pude respirar profundamente. Vi la luz. Lo había conseguido. Y sonreí.
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