Las huellas de la vida
Contempló el espejo: la imagen de la desolación. Canas, varios cientos sobre su pelo antes azabache. Patas de gallo, un corral lleno. Arrugas, en proyecto. Ojeras, relucientes. Palidez, como la luna de abril. Y, a pesar de todo, era ella, sin ninguna duda. Se contempló un momento más y sonrió.
El paso del tiempo hace mella, pero deberíamos acogerlo con dignidad y hasta con agrado, como ocurre con todo lo natural e inevitable, incluida la muerte. Un relato que guarda en su sencillez una gran profundidad, además de buenas pinceladas humorísticas, como ese corral lleno de arrugas, la buena sátira empleada como la mejor medicina psicológica. Siempre es un placer leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Ángel. Qué bien escribe la moza!!! jejeje
ResponderEliminarUn saludo! ;)
Me ha encantado la imagen de ese corral :) La arruga es bella, como dijo alguien.
ResponderEliminarPrecioso :)
Me ha parecido muy interesante y divertido. Enhorabuena
ResponderEliminarUn canto, Patricia, a la autoestima cien por cien. Quien no se sienta satisfecho (o satisfecha) consigo mismo (o misma), será porque no quiera. Muy bien descrito cómo se ve una persona en un espejo y cómo es testigo contemplativa del paso, implacable, del tiempo. Pero también cómo se ríe de ese mismo tiempo.
ResponderEliminarVa un 'Me gusta'.
Saludos.
Gracias, José Antonio. A veces es difícil mantener la autoestima y la dignidad, pero el paso del tiempo pone todo en su sitio, verdad?
EliminarUn abrazo
Don Ángel, Don Marca, Doña Espe y Doña Sandra, la moza os da las gracias por vuestros cariñosos comentarios y se va adecentar el corral, que con un poco de colorete aún me parezco a Mónica Belluci.
ResponderEliminarComo la vida misma. Me encanta la serenidad que transmite el relato. Enhorabuena y suerte. Jero
ResponderEliminarGracias, Jero. Te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarAl leer este estupendo relato, me doy cuenta de que voy viendo y pensando algunas de esas cosas cuando me miro al espejo. El cuerpo va estropeándose, pero mientras el cerebro siga respondiendo, lo lógico sería, como ella hace, echar una sonrisa de agradecimiento a la vida.
ResponderEliminarGracías, María Isabel. Es bueno darse cuenta, de vez en cuando, de que vamos avanzando por la senda del tiempo y que así tiene que ser. :)
EliminarYo quiero envejecer con la elegancia y serenidad que transmiten esas palabras. Me he enamorado de tu relato, Patricia.
ResponderEliminarFina
Ay, Fina, que aun con el gallinero encima, aún me pongo colorada por el método natural de pasar vergüenza.
EliminarUn besazo.
Me gusta ese optimismo pese a todo. enhorabuena!!
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