Mi amigo Clint
El jefe ha llamado a otros tres. El resto, apenas se asoman, parapetados en sus puestos. Los rodamundos campan a sus anchas por los pasillos. Abro el cajón. Me pongo el poncho. Cojo el revólver. Enciendo un puro. Ya es hora de que mi amigo Clint aparezca por la oficina.
El jefe llama a sus empleados para comunicarles alguna mala noticia, quizá su cese. Nuestro imaginativo oficinista se erige en pistolero de celuloide por si es el siguiente y para poner las cosas en su sitio. Puede que en la realidad le echen, pero en su fantasía es el amo. El salvaje Oeste actualizado en un edificio de oficinas, que hasta tiene rodamundos por los pasillos. Estaría bien cambiar la realidad a golpes de imaginación, al fin y al cabo, es lo que intentamos al escribir. Un saludo, Ignacio.
ResponderEliminarPedazo de análisis, Ángel... y sí, en realidad es un homenaje a todos esos momentos en la vida en que se nos pasa por la cabeza impartir justicia a lo "western", que últimamente, por desgracia, han aumentado su frecuencia...
ResponderEliminarTaratarataaaaan ta ta taaaaa... Por si no se notó es la música de "El bueno, el feo y el malo". Magnifico relato. Un "me gusta".
ResponderEliminarJajajajaja...
ResponderEliminarLa de "El bueno, el feo y el malo" no sería ¿tinoninoniiiiii toooniiiinooo?
Es broma.... Gracias por el comentario, muchas gracias.
Saludos
Sí, bueno... lo de tinonino es en re menor ;)
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