Rutina
Un dulce y tímido beso en la mejilla para no despertarla. Cogió su maletín. En el espejo del pasillo se ajustó el nudo de la corbata. Cerró suavemente la puerta. Saludó al conserje y salió a la calle. Encaminó sus pasos hacia el parque y se sentó en un banco.
Podría ser la primera parte de mi 'Rutinas' de hace un tiempo. Tratan un tema similar, bastante común hoy en día, por desgracia..
ResponderEliminar¡Qué coincidencia! Aunque, como bien dices, maest, lamentablemente es un tema demasiado común. Me encantaría leer tus "Rutinas".
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Finge, disimula, aparenta, esquiva la realidad; pero desde el más tierno paternalismo. Great, Fina!
ResponderEliminarThanks, compi!
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El final le cambia el sentido a lo que se venía leyendo y crea toda una nueva historia. Gran relato!
ResponderEliminarGracias, José Luis. En verdad que a la tercera va la vencida: por fin he conseguido expresar en cincuenta palabras exactamente aquello que pretendía sin necesidad de recurrir a más explicaciones. Saludos.
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Cualquiera podría encontrarse en esta misma situación. Yo mismo. Pero, en mi caso, prefiero tener la rutina de leer a FNR (por cierto, ¡magnífico relato este!) y a tantos otros que escriben en esta página. O escribir también, ¿por qué no? Es pura terapia.
ResponderEliminarY la mejor terapia, José Antonio, tan sólo comparable a leer. Pero...¡qué te voy a decir que tú no sepas! Incluso el agradecerte tus siempre tan acertadas palabras de ánimo no es ninguna novedad. Un saludo.
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Muy bueno, Fina, ya lo creo que le has cogido el tranquillo.
ResponderEliminarGracias, Gemma. Los halagos siempre gustan y si vienen de determinadas personas, como es el caso, te animan a seguir sumergida entre sintagmas y yuxtaposiciones. Un abrazo.
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Un hombre que necesita ser fiel a una rutina con la que engaña a todos, incluso a sí mismo, así parece dar sentido a su vida. Lo malo es que en esas calles no le espera una confortable oficina, sino el frío banco. No es fácil aceptar la realidad a veces, menos aún luchar contra ella. Algún día tendrá que asumirla, contarle la situación a la familia y buscar otro trabajo. Un relato triste y posible. Saludos, Fina.
ResponderEliminar¿Quién en alguna ocasión a lo largo de su vida no ha deseado escapar de la realidad? Vano empeño, pues la realidad tiene los tentáculos terriblemente largos. Gracias por tu comentario, Ángel. Saludos.
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Muy bien, Fina. Y, técnicamente, impecable. Como he llegado tarde, ya queda dicho todo. Pero no quería dejar de hacerte saber que me ha afectado positivamente. Estoy con Gemma.
ResponderEliminarSi es positivamente, me alegro, Roberto. Un abrazo.
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Intentamos esconder nuestra desgracia, disfrazar nuestro problema siguiendo una rutina inútil que nos ayuda a sobrellevarlo. Lo triste es que en los tiempos en que vivimos todos conocemos a alguien así, o más triste todavía a algunos les habrá tocado vivirlo en primera persona.
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