Sobresalto
Con la sombra a sus espaldas la figura lánguida del soñador buscaba una luz que iluminase su despertar. Unos pasos entre calles oscuras, huellas silenciosas. Al doblar la esquina alguien le pidió unas monedas y se hizo la luz; al abrir la cartera el filo de la navaja lo deslumbró.
¡Magnífico! La brusquedad de la navaja me ha despertado del suave y poético comienzo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Patricia, me alegro te gustase.
ResponderEliminarUn abrazo.