Tres
La vieja estación se mantenía como siempre, con los rasgos rotos de antaño y las marcas de humo en bóvedas de cristal oscuro. Si te fijabas, podías ver el centenario reloj del andén, aquel que siempre marcaba las tres, sin dejarte avanzar en el tiempo y sin llegar a destino.
A veces, aunque siempre estemos en el mismo sitio esperando el tren, no nos damos cuenta de lo que tenemos alrededor... si el reloj desapareciera... ¿Nos acordaríamos que marcaba las tres?
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