Un viaje a la tristeza
En aquel trayecto diario una cara triste destacó entre las somnolientas, en el mismo instante en que subió al autobús.
Se sentó a mi lado. Sacó una libreta y empezó a escribir, deprisa, ininteligible. Lloraba. Acabó, suspiró, arrancó la hoja y arrugándola me miró y dijo: "Toma, sabrás qué hacer".
Se sentó a mi lado. Sacó una libreta y empezó a escribir, deprisa, ininteligible. Lloraba. Acabó, suspiró, arrancó la hoja y arrugándola me miró y dijo: "Toma, sabrás qué hacer".
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