Eternamente
Atusa con mimo sus tirabuzones dorados. Estira los mínimos calcetines de perlé con puntillitas sobre las piernas. Se sonríe coqueta y termina de calzarse sus zapatos de claqué. Al dar el primer paso de baile, Shirley Temple oye un chasquido y ve salir el hueso fracturado por su carne pútrida.
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