Promesas cumplidas
María era feliz. Su mísera felicidad de pobreza absoluta contrastaba con la tristeza opulenta de su vecina.
—Te cubriré de oro —prometió un pretendiente.
Su vecina sonrió encantada el día de su boda.
—Contigo, pan y cebolla —escuchó ella.
Ella aceptó y no se arrepintió. A solas, su vecina lloraba.
—Te cubriré de oro —prometió un pretendiente.
Su vecina sonrió encantada el día de su boda.
—Contigo, pan y cebolla —escuchó ella.
Ella aceptó y no se arrepintió. A solas, su vecina lloraba.
Enhorabuena Fernando. Siempre sorprendente. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Jero. Seguimos leyéndonos. Otro abrazo para ti.
EliminarEso que pasa, uno se conforma con lo que tiene y otro aunque tiene mucho está siempre desconforme y eso acarea infelicidad. Buen micro, amigo. Un fuerte abrazo, Sotirios.
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