Un descubrimiento
¿Consternación? ¿Perplejidad? ¿Un error administrativo? Desde luego no de ahora. Entonces, ¿cómo había podido vivir setenta y tres años convencido de ser quien no era? Porque la partida de nacimiento que acababan de remitirle y que temblorosamente sostenía en sus manos no permitía duda alguna: no era Aries, sino Piscis.
Algunos de una minucia insignificante son capaces de hacer un verdadero drama. ¡Setenta y tres años para descubrir que era... un piscis! Y seguro que era uno del montón.
ResponderEliminarSimpático microrrelato, FNR. Va un 'Me gusta'.
¡Nada peor que descubrir tan tardíamente tu auténtica "identidad" astral, qué chasco, encima tener que renunciar a ser aries, qué pena! Me ha encantado, FNR. Un "me gusta" y un saludo.
ResponderEliminarHa llegado a la ancianidad pensando que tenía que tener un carácter impetuoso de fábrica, cuando el suyo, en realidad, es tolerante. Quizá ya sea un poco tarde para ser fiel a su personalidad verdadera. Eso pasa por creer en los horóscopos.
ResponderEliminarComo dice José Antonio, simpático microrrelato.
Un saludo.
Cuando algo no cuadra siempre hay una lógica explicación porque lo que está claro es que el errar es de humanos, no de astros ;)
ResponderEliminarGracias Mª Jesús, José Antonio y Ángel por vuestros comentarios. Saludos.
Fina