Causa del siniestro: la curiosidad
Gustaba de observar a las personas en su quehacer diario. Cuando paseaba, si se asomaba a la ventana, por la mirilla. Buscaba desvelar qué secretos atesoraban en sus vidas.
En el retrovisor vio cómo discutía una pareja. Se preguntó los porqués antes de empotrarse en la trasera de aquel tráiler.
En el retrovisor vio cómo discutía una pareja. Se preguntó los porqués antes de empotrarse en la trasera de aquel tráiler.
La curiosidad mató al gato.
ResponderEliminarSuerte José Antonio.
Un abrazo.
¿Te podrás creer, Juancho, que tuve intención de titularlo así cuando lo escribí? Finalmente deseché esa opción porque me parecía demasiado obvia y porque aspiraba a transmitir la idea de que un despiste, en esta ocasión provocado por la curiosidad (o mejor, dicho claramente, el voyerismo patológico del protagonista), puede costarle a uno la vida.
EliminarEs, por cierto, un honor que comente mi microrrelato un ganador semanal del concurso "Relatos en Cadena", a quien pude ponerle, gracias a la radio, voz. Así que muchísimas gracias por tus palabras y un fuerte abrazo también para ti.
Habrá que proponer modernizar el refranero español o, en su defecto, un nuevo eslogan para la DGT. Como tú dices, va un bien merecido "Me gusta". Un saludo, José Antonio.
ResponderEliminarFina
Por una módica cantidad de euros estoy dispuesto a ceder derechos de autor a la DGT. Si es que cuando uno va conduciendo lo que tiene que hacer es concentrarse y tensar los cinco sentidos (bueno, con el de la vista, creo, que puede ser suficiente). Gracias, Fina, por tus siempre amables palabras.
EliminarSaludos.
Pasó de observador a ser observado.
ResponderEliminarYo, te confieso, encantada de escudriñar en tus microrrelatos.
Me ha gustado mucho, José Antonio. Un saludo.
María Jesús Rodríguez.
"(...) a ser observado", dices. Añadiría que en una fría mesa de mármol, en el Anatómico Forense. Ahí fue donde dictaminaron que la curiosidad era, en gran parte, la causante del siniestro: ¡Tenía los ojos enormes! ¡De tanto mirar a unos y otros!
EliminarNo sabes la alegría, María Jesús, que me das de que te gusten mis microhistorias. Ahora bien, y no lo digo por llevarte la contraria, seguro que no tanto como a mí las tuyas, que son magníficas.
Un saludo.
Me ha gustado mucho, José Antonio.Un abrazo.
EliminarInés Pérez Sanz.
Gracias, buena amiga. Un abrazo para ti también.
EliminarAl final va a ser cierto eso de que los hombres no son capaces de hacer dos cosas a la vez.
ResponderEliminarLa curiosidad abre muchos caminos, pero también puede cerrar otros.
Un saludo.
Sabia frase la tuya, Ángel: "La curiosidad abre muchos caminos, pero también puede cerrar otros".
EliminarGracias por tu amable comentario.
Saludos cordiales.
Hola, veo que eres el vecino de abajo. Vaya cotilla empedernido nos has dibujado, ja,ja, a mi me parece muy verosímil y, además, lo que dice Ángel: vaser que no, que dos cosas a la vez son muchas...;o) Suerte
ResponderEliminarEfectivamente, para nosotros, los hombres, o hacemos una o hacemos otra. Dos cosas al mismo tiempo es complicarnos la vida con resultados, a veces, insospechados e irreversibles.
EliminarSuerte también para ti, vecina. Y, por favor, no arrastres las sillas pasadas las doce de la noche. ¡Jajajaja!