Cruce

Después de una larga discusión, dio su consentimiento. Aunque se había quejado con rudeza acerca del pretendiente y sus malos modales, finalmente cedió.

—Ni siquiera son de la misma raza —dijo a su mujer, malhumorado.

Los dejaron solos en el jardín. Qué más da. La maldita naturaleza haría el resto.
Escrito por Ruperto

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