Mundos opuestos
Jamás podrían encontrarse.
Él, dando tumbos siempre, perdido entre el laberinto y el treinta.
Ella, media vida metida en casa, esperando un cinco para poder salir.
Solo cuando el dado escapaba del tablero lo miraban rodar juntos, aunque sin saberlo, como dos extraños en mundos distantes contemplan una misma luna.
Él, dando tumbos siempre, perdido entre el laberinto y el treinta.
Ella, media vida metida en casa, esperando un cinco para poder salir.
Solo cuando el dado escapaba del tablero lo miraban rodar juntos, aunque sin saberlo, como dos extraños en mundos distantes contemplan una misma luna.
Bonito símil con el popular juego, en el que los personajes quedan definitivamente “encasillados” en sus circunstancias, mientras se pasean por ese recorrido espiral de la vida.
ResponderEliminarUn saludo, Enrique.
Gracias Mª Jesús. Por desgracia hay demasiadas personas caminando irremediablemente en espiral y a ninguna parte.
ResponderEliminarSaludos
Una luna de seis caras, para un tablero de dos. Bonito. Suerte Enrique.
ResponderEliminarMuchas gracias.
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