Se me fue de las manos
Solo quería que me devolviese los guantes de piel que dejé olvidados. Así que me presenté en su casa. Abrió la puerta sonriendo. Me miré en el rancio espejo rosado del recibidor y respiré profundamente. Lo apuñalé.
Se me fue de las manos. Y encima olvidé otra vez los guantes.
Se me fue de las manos. Y encima olvidé otra vez los guantes.
Un micro muy denso, Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias, Soledad!
EliminarMaria
Muy bueno María. Inquieta esa mirada en el espejo.
ResponderEliminarSuerte
Sí!!!! La mirada antes de matar...
ResponderEliminarA mi me inquieta más el hecho de no saber si realmente le tenía ganas o fue una improvisación... Aunque no todos vamos con una arma punzante por la vida... Jejeje!
Muchas gracias por tu comentario!
Maria