Tatuador
En su taller, dibuja mariposas, diablos, ángeles… y todo aquello que el cliente desee sobre su piel.
En su casa, si ella no le recibe con una sonrisa, si le mira asustada o simplemente porque existe, le marca su rabia y sus celos en su piel, también con sus manos.
En su casa, si ella no le recibe con una sonrisa, si le mira asustada o simplemente porque existe, le marca su rabia y sus celos en su piel, también con sus manos.
Parece mentira que un artista, al que se le supone sensible y dotado de creatividad, sea capaz también de lo peor, pero la historia, por desgracia, ha demostrado que todo ello puede ser compatible en una misma persona, capaz de pasar de un extremo a otro dependiendo de la situación.
ResponderEliminarUna idea muy buena y bien desarrollada.
Un saludo, maestro Nicolás.
Grandes artistas fueron grandes maltratadores, víctimas del capricho y endiosamiento. Buen relato.
ResponderEliminarImpecable el paralelismo de las dos actitudes de vida que se reflejan en el relato, comenzando cada párrafo con un sintagma de estructura similar (En su taller... - En su casa...). Muy bien construido y narrado, preciso en las definiciones y concreto en trasladar la idea de que una persona es una, pero también puede ser dos, la cara y la cruz de un mismo ser que en un lugar actúa como un artista sensible y en otro como un insensible compañero.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, Nicolás Jarque! ¡Va un 'Me gusta' por tan magnífica microhistoria!!
La lacra del maltratato tiene mil caras. Bien narrador
ResponderEliminarSuerte Nicolas.
Un abrazo.
Ostras Jarque, un relato duro donde los haya.
ResponderEliminarMuy buena la similitud del tatuador y el maltratador.
Ay que te como!!
Radon