Cara y cruz
Lo último que vio antes de que el muchacho se tirara al convoy fueron sus transparentes y grises pupilas, pero él no tenía tiempo, la diálisis le esperaba.
En el hospital le recibieron con impaciencia. Había llegado un donante. Al firmar la autorización unos ojos transparentes y grises le sonreían.
En el hospital le recibieron con impaciencia. Había llegado un donante. Al firmar la autorización unos ojos transparentes y grises le sonreían.
Mi enhorabuena, sigue mandando palabras de cincuenta en cincuenta.
ResponderEliminarTremendo corto que demuestra que cada una de nuestras vidas está relacionada, querámoslo o no, con las de los demás.
ResponderEliminarSaludos.
Mu bueno, hija del ferroviario. alguien debe morir para que otros vivan.
ResponderEliminarla cara y la cruz de toda moneda
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