El héroe poiquilotermo
El viejo Bob-ob conocía ya cada rincón de su celda: el coral de plástico, las conchas vacías y el motorcillo. Tras mucho entrenar, una noche cogió impulso y saltó el gran muro. Sobrevivió a la caída. Desde la encimera, contempló exultante el mundo real y saboreó cada bocanada de libertad.
Me gusta. En especial, el final. ¡Pobre Bob-ob!
ResponderEliminar¡Gracias! El nombre es en memoria de un pez al que tenía mucho cariño un amigo mío. Y el relato esconde una metáfora sobre el ser humano que escapa de su celda (sea esta la que sea) y se siente más feliz aunque se ahogue.
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